80
AÑOS DE MACHADO
El
pasado 22 de febrero se cumplían 80 años de la muerte de Antonio Machado, uno
de los mayores poetas de nuestra literatura, y símbolo de los cerca de 500.000
exiliados españoles que tuvieron que huir del país que amaban por una Guerra
Civil que los condujo hacia un destierro incierto y cruel.
Los
restos del poeta reposan en la localidad francesa de Colliure, lugar donde este
fin de semana se han celebrado todo tipo de homenajes que recordaban su legado
y su figura. A este pequeño pueblo fronterizo llegó el poeta acompañado de su
madre en los días finales de la guerra. Su amigo Corpus Barga, que lo acompañó
en sus últimos momentos, recuerda que Machado alcanzó Colliure enfermo y
cansado, consciente de que el tiempo lo había vencido. El poeta falleció a los
pocos días y fue enterrado, en un rasgo que ejemplifica su condición de
exiliado, en un nicho prestado. Después de que Antonio Machado muriese su
hermano José encontró un papel arrugado en su abrigo con un último verso:
«Estos días azules y este sol de la infancia».
Machado
nos legó sus poemas, una invitación al diálogo y su visión humanista: «Por
mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre».
Os dejamos unos versos del autor de las Soledades
para recuperar su memoria y honrar al que es hoy uno de los grandes referentes
artísticos y éticos de nuestras letras.
RETRATO (FRAGMENTO)
Mi
infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un
huerto claro donde madura el limonero;
mi
juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi
historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un
seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya
conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más
recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé
cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en
mis venas gotas de sangre jacobina,
pero
mi verso brota de manantial sereno;
y, más
que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy,
en el buen sentido de la palabra, bueno.
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