VERSIONANDO EL LAMENTO DE ARIADNA


Versionando:
Catulo, CARMEN LXIV, “Lamento de Ariadna”

El lamento de Ariadna es un fragmento del CARMEN LXIV de Catulo que narra las bodas de Tetis (ninfa marina) y Peleo (un argonauta. A esta boda están invitados todos los dioses y la morada de Peleo se llena de regalos entre los cuales se encuentra una colcha de púrpura donde aparece dibujada la figura de Ariadna arrodillada en la playa con la mirada fija en Teseo, que se marcha con su flota. Ariadna se despierta y se encuentra y se encuentra totalmente sola y abandonada por Teseo en la isla de Naxos. A partir de este momento Catulo nos cuenta cómo Ariadna, hija del rey cretense Minos, se enamoró de Teseo cuando éste llegó a Creta dispuesto a enfrentarse con el Minotauro. Teseo prometió casarse con ella  llevándosela a Atenas si salía del laberinto sano y salvo. La cretense le ilustró con sus consejos y le prestó ayuda dándole un ovillo de hilo mediante el cual Teseo pudo hallar fácilmente el camino de salida después de matar al monstruo. Después comienza el lamento en el que es Ariadna en primera persona la que expresa sus sentimientos en el momento del abandono. Este monólogo se divide en tres partes: a) indignatio ante el abandono de Teseo; b )una miseratio compadeciéndose de su situación; y c) una nueva indignatio con una maldición a Teseo.

Todo el lamento está basado en modelos griegos, pero lo que hay de romano es la importancia que se le da a la ruptura de un pacto, en este caso un foedus amoris, un pacto de amor. Los pactos eran algo sagrado para las relaciones de vida de los romanos, ya que se hacían mediante un juramento ante el altar de los dioses. Ariadna considera a Teseo perfidus, que ha roto la palabra dada. Todo el vocabulario de este fragmento está en función de remarcar esa idea junto con la idea de la soledad de Ariadna.
En la fijación que muestra Ariadna en el incumplimiento de los pactos, muchos autores han visto representada la fijación que tenía Catulo por la ruptura con Lesbia, su amante en la vida real.
  Podéis ver la  traducción de este poema hecha por mí en mi blog: clasicaliactl.blogspot.com.es
 De entre las versiones de este mito, la que os recomiendo es  es el poema de Jorge Guillén sobre Ariadna en Naxos que empieza “Mira Ariadna hacia el mar:/ Implacable su azul... “No lo pongo entero para que lo busquéis. Y Como creo que los mitos están para apropiarse de ellos y llevarlos al presente, o dejo  una redacción  de Ana María Gagea, de 2º ESO A  y una versión de este mito escrita por mí, con  una Ariadna romana, donde he remarcado,  para que lo comentéis, el vocabulario de la casa romana y del matrimonio y las bodas que estamos dando en clase.




El mito de Ariadna

Ariadna es la hija del rey Minos y Pasifae de Creta. Su padre tenía en un laberinto al Minotauro a quién había que alimentar con gente ateniense cada nueve años. La tercera vez que los atenienses debían pagar su tributo, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, se ofrece para ir a matar al Minotauro. El problema era que el Minotauro vivía en un laberinto sin salida. La hija de Minos, Ariadna, vio a Teseo y se enamoró de él, por lo que decidió ayudarlo con la condición de que se casara con ella y se la llevara lejos de su temible padre. Teseo aceptó y así fue cómo Ariadna le regaló un ovillo para que, una vez en el laberinto, fuera desenrollándolo y pudiera servirle de guía  al regreso e indicarle el camino. Cuando Minos supo que Teseo había matado al Minotauro, montó en cólera, por lo que Teseo tuvo que apresurarse en la huida en la que lo acompañaría Ariadna. Pero ella nunca llegó a ver la tierra de Teseo, Atenas, pues en una escala que él hizo en la isla de Naxos, la abandonó, dormida, en la orilla.
Las versiones de esta traición varían mucho y se han hecho un sinnúmero de hipótesis. Se ha dicho que Teseo dejó a Ariadna porque estaba enamorado de otra mujer, pero Ariadna no se amilanó mucho y olvidó sus penas de amor con el dios Baco, quien se enamoró de ella profundamente. Se casó con ella y la llevó al Olimpo. Como regalo de bodas le dio una diadema de oro que hizo Vulcano y  luego se convirtió en una constelación.
                                                  Ana María Gagea, 2º ESO A                                                      

                       El despertar de Ariadna
Ariadna despierta confusa y aturdida en un lugar que no reconoce y en un estado de semiinconsciencia imagina que quizás un genio maligno, como dijo el filósofo, la engaña o que no está despierta sino viviendo un sueño que  más bien pudiera ser  una pesadilla. No, definitivamente  no ha dormido  en su domus, ni en su cubiculum, donde entraba el sol vespertino a raudales por la ventana, sino en la arena de una playa solitaria . La invade la angustia, la decepción y  la frustración de haberse equivocado con Teseo en el pasado y la incertidumbre de su futuro. Siente frío. El frío exterior acentúa aún más en que siente en su alma. Frío, vacío, abandono, nostalgia, desamparo.
 Abandonó su patria, su familia, y su casa  por amor a Teseo, pues  le dijo que la quería y le prometió una vida juntos; y ella partió con él sin ni siquiera llevarse a sus dioses penates. Pero  cambió de opinión en mitad del viaje y se   marchó,  a pesar de que gracias a Ariadna salió del embrollo en donde andaba metido. Pues Teseo, valiente guerrero pero tránsfuga del compromiso, no quiso dejar sus quehaceres: buscar minotauros a los que abatir u otras princesas para después abandonar.
Y  Ariadna, que hasta ese momento se había sentido sola, desilusionada  y rechazada, despierta; se levanta, dispuesta a superar esta ruptura, y se acostumbra a la soledad. Teseo se olvidó del hymeneo prometido y ahora ella debe olvidarse de su recuerdo. Toma consciencia de su valía y piensa que si supo cómo salir del laberinto sabrá cómo salir  de aquel lugar inhóspito. Sus dioses la protegerán. Ya les entregó sus juguetes de infancia, pero conserva intacta su dote para un matrimonio sine manu y  algún día volverá a tejer su manto nupcial color azafrán. La vida le dará una segunda oportunidad, trabajará como magistra,  enseñando grammatica y , como sabe griego, traduciendo y  comentando  al poeta, a  Homero.
Pero de repente, a lo lejos, en el horizonte, ve un barco que se aproxima hacia la playa, hacia ella…
                                                                                                             Concha Trigo, filóloga clásica


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